Señores ministros, senadores y miembros del parlamento todos,
Quiero pediros que abandonéis los escaños; dejad la vida política y marchaos lejos de nuestro Congreso —sí, señores, porque es nuestro más que vuestro por una simple cuestión de superioridad numérica y democrática; ¿o es que a alguien se le ha olvidado que "demos" es la palabra griega para pueblo?
Quiero deciros que lejos de posicionarme en un bando u otro, señores políticos, o de hablaros de izquierdas, centros y derechas, escribo en representación de la veracidad. Veracidad significa —sé que muchos lo habréis olvidado ya, y los demás nunca lo habéis sabido— cualidad de usar y profesar siempre la verdad; algo de lo que sois sencillamente incapaces.
Quiero exigiros que os marchéis porque ha quedado patente que no sois capaces de dejaros de mezquindades: corrupción, malversación, robo, extorsión, nepotismo, cohecho, tráfico de influencias, abuso de autoridad, prevaricación, —ah, y vuestro preferido—, omisión de persecución de delitos (de los políticos del propio bando…), de las que no se salva ninguno pues, incluso el que menos sabe de ello es cómplice por no denunciarlo.
Quiero exhortaros a que renunciéis a vuestros puestos ya que los habéis cubierto de ignominia al habernos convencido de que, lejos de ser una cuestión personal, la mentira, la falta de ética constitucional y la falta de coherencia ideológica —los tres grandes violaciones del parlamentarismo— son inherentes a la propia acción política.
Y, por último, os pido por favor que al marcharos lo hagáis con seriedad y respeto para que dejéis de dar este ejemplo que estáis dando, porque nuestros jóvenes os están viendo y escuchando. Los jóvenes, que son el futuro de nuestros hijos, miran, escuchan y ven: ven la falta de seriedad a la hora de cumplir la palabra dada; la falta de respeto a los compromisos; la falta de seriedad de nuestras Cámaras; la falta de respeto a nuestras instituciones.
Puedo oír vuestras risas mientras me decís: “¿Cómo? ¿Y dejar que otros vengan aquí a chupar del bote? ¡Ni hablar! ¡Con lo que nos ha costado llegar hasta aquí!” Porque para vosotros todos se trata de eso nada más; el resto es solo vanidad o una excusa. No obstante, yo sigo exigiendo vuestra dimisión en masa. Hacedlo ahora que estáis a tiempo de salir bien parados. La historia nos enseña, y os advierto: llegarán ellas, las dos hermanas, y os arrebatarán de vuestros sillones y os harán pagar diez por tres y tres por uno. Y lo sé porque yo, mientras tanto, insistiré en desarrollar el pensamiento crítico en mis alumnos, en inculcarles los conocimientos históricos como lecciones válidas sobre las que razonar y en cimentar en sus espíritus la Declaración de Derechos Humanos, así como la necesidad de salvar y salvaguardar nuestro planeta, temas estos que vosotros habéis eludido irresponsablemente. Os aviso: en el lago hay fuego y al noble le tocará clarificar las épocas. Os prevengo: No es la Tercera Guerra Mundial lo que hay que temer sino el regreso de la Libertad guiando al pueblo.
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