No todo puede reducirse a masculino o femenino. No se puede hablar en términos excluyentes entre hombre y mujer. Empiezo a entender que esta división tan marcada que muchas personas se empeñan en mantener entre la contraposición de dos géneros puede tener su origen en un sistema de creencias originado hace muchos milenios y basado en la dualidad (artificiosa) Bien/Mal. Esta forma de concebir el mundo de manera binaria se convirtió gradualmente en una categoría mental que serviría para conformar nuestras culturas modernas, culturas que acabarían por interpretarlo todo en clave dual: ser y no ser, bondad y maldad, luz y oscuridad, femenino y masculino …
Me debato con uno de los principios más básicos del taoísmo, ese concepto que reduce todo nuestro modo de comprender el mundo a dos principios contrapuestos, el yin y el yang. Empiezo a creer que se trata de una simplificación que induce a un entendimiento erróneo del cosmos y de la vida. Empiezo a ver un camino diferente, uno nuevo para mí y que no describe la realidad en términos binarios sino en múltiples y no contrapuestos sino diferentes. En otras palabras, empiezo a vislumbrar que no todas las cosas del universo pueden definirse por su estado de SER o NO SER. Entre el ES y el NO ES empiezo a vislumbrar otras posibles existencias.
Me he puesto a buscar opciones para sustentar o refutar esta posibilidad no binaria, no dual de las cosas, y me he topado con argumentos sólidos procedentes del campo de la física más moderna. Para empezar, todo lo que vemos lo vemos por efecto de la luz, y reducirlo todo a un concepto dual de luz/oscuridad es desviarnos de la realidad natural de la composición misma de la luz que se descompone en siete colores, no dos, y que a su vez esos colores se reducen a tres primarios, no dos —y esto no es una convención humana, como podrían serlo las siete notas musicales (que no son dos), sino que es una realidad física que se escapa de la dualidad. Además, y en contra de lo que había creído hasta ahora, en la física universal no todo puede reducirse a la dualidad energía/materia ya que también existe la materia oscura, por lo que los principios básicos serían tres y no dos. Y quedándonos en el campo de la cosmología, resulta que las fuerzas primordiales o fundamentales del Universo tampoco son dos sino cuatro: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil; y en cuanto a la nucleosíntesis del Big Bang, tampoco se habla de dos tipos de partículas, sino que se establecen tres familias de neutrinos (electrón, muon y tau), y el neutrón, esto es, en total cuatro partículas fundamentales. Así pues, el universo entero se rige por potencias que no son binarias ni duales, sino que son múltiples, y no son contrapuestas, sino que son complementarias.
Y en cuanto al binomio femenino/masculino: por un lado, la neurofisiología ha demostrado que a nivel cerebral hay tres tipos de cerebros diferentes (no dos) y que se diferencian en el tálamo, descubrimiento este que realizó Joan Roughgarden y publicó en su libro Evolution’s Rainbow, cuando vio que el cerebro de la mujer homosexual es diferente del de un hombre y también del de una mujer heterosexual. En otras palabras, que a nivel cerebral fisiológicamente se pueden distinguir tres tipos y no dos. Y por otro lado, la biología hoy día habla de la intersexualidad definiéndola como la variación por la cual un individuo presenta discrepancia entre su sexo y sus genitales, poseyendo por tanto características genéticas y fenotípicas propias de varón y de mujer en grado variable, por lo que habrá que unir este género a los tres ya existentes que son el macho, la hembra y el hermafrodita: en total, cuatro géneros biológicos, no dos.
Hay quienes quieren aferrarse a la diferenciación binaria de los géneros humanos por su capacidad de reproducción, es decir, la que puede parir es hembra y el que no es varón. Sin embargo, en el mundo animal no es siempre así, y para demostrarlo tenemos al caracol y al caballito de mar entre muchos otros ejemplos. Pero, si queremos decir que el género se basa en la capacidad de una persona para tener hijos, entonces ¿en qué posición colocaremos a las 'hembras' que son estériles? Pero, es que, además, la presentación intersexual en sí misma varía hasta el punto en que es posible que alguien sea genotípicamente masculino, es decir, tiene los cromosomas XY, pero es fenotípicamente femenino, es decir, tiene genitales femeninos. Con la terapia hormonal asistida, pueden menstruar e incluso pueden llevar un embarazo a término y dar a luz. Este tipo particular de presentación se llama Síndrome de Swyer, pero existen otras variaciones, como ovotestis, síndrome de SERKAL, etc. Personalmente, además, he conocido a una ginecóloga y obstetra que cuando le pregunté si alguna vez se había encontrado con un parto intersexual, dijo que en su hospital reciben alrededor de 3 o 4 de ellos cada año. ¡Y eso es solo un hospital en una ciudad!
Si a lo que nos aportan la física y la biología le añadimos lo que nos aportan las valoraciones más recientes propuestas por las ciencias humanas, veremos que el reduccionismo binario no es posible: no se puede hablar en términos de dualidad en ningún caso. La teoría de las inteligencias múltiples propone ocho tipos de intelecto; la sociónica plantea la división en 16 tipos diferentes de personalidades; y la antropología hace décadas que viene escribiendo acerca de esto hablando de casos como los de los 'berdaches' o personas de "dos espíritus" entre los nativos americanos y los 'hijras' en la India; en términos sociológicos se habla de identidades sexuales de un individuo que nada tienen que ver con los genitales con los que nació (o sí), y desde luego no se reducen a dos sino que son múltiples y variados, es decir, que es posible que haya personas que a pesar de mantener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo, puede que no se identifiquen sexualmente como gais, lesbianas o bisexuales.
¿A dónde nos lleva todo esto? Mi propuesta es la de que me acompañéis en la exploración de la posibilidad de que no todo sea reducible a una dualidad; a que la lucha de fuerzas en el universo puede ser una realidad, pero no entre dos bandos sino entre varios; que hay más opciones entre las del SER y el NO SER y que, por tanto, contemplemos incluso la posibilidad de que haya más opciones entre las dos únicas que conocemos como vida y muerte…
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