Cuando esta mañana, escuché en el programa #Uncaféconsusana el comentario del escritor #JuanManueldePrada y cómo todos los allí presentes (incluido el portavoz de #JuecesparalaDemocracia, #IgnacioGonzálezVega) asentían con la cabeza y estaban de acuerdo con él, entendí claramente cuál es uno de los múltiples problemas que afectan a nuestro sistema político.
El escritor aseveró que si se hiciesen públicos los comentarios privados de las personas con cargos de responsabilidad, este país se iría al garete; y poco después añadió, con clara insistencia y un tono de absoluta certeza, que todos los que estaban allí presentes en ese momento en el plató perderían su reputación (y/o puestos de trabajo) de hacerse públicos sus comentarios privados.
Pues bien, señor #JuanManueldePrada, el problema es precisamente el que subyace bajo eso que menciona y no que se hagan públicos los comentarios. El problema (en mi opinión) es la falta de integridad de nuestros políticos y, por lo que usted cuenta, incluso de las personalidades públicas en todos los ámbitos. En la antigua Roma se decía que la mujer del César no solo ha de ser casta sino que también ha de parecerlo. Cicerón decía que la existencia de una virtud depende enteramente del uso que se haga de ella y, más aún, que nadie es virtuoso si no ejerce la virtud de continuo.
En su carta a Tito, Pablo alude a cualidades como la de ser irreprochable, justo, prudente y dueño de sí mismo para poder ejercer un cargo de autoridad. En la Edad Media, al caballero se le exigía que respetase tanto en lo privado como en lo público el código de honor. Y en los tiempos modernos, se establecieron constituciones, y se legisló al respecto, para garantizar el ejercicio honrado, desinteresado y ejemplar de los cargos públicos. Pero si hoy en día damos por sentado que no se puede esperar de un cargo público que sea una persona íntegra, entonces ¿qué podemos esperar de nuestros políticos y jueces?
La integridad es algo que brilla por su ausencia. Hasta el punto que muchos tendrán que buscar la definición de la palabra “íntegro” porque ya ha caído en desuso. El problema es que las personas que están siendo elevadas a cargos públicos y funciones de responsabilidad no son personas que se caractericen por su integridad ética, por lo que profesionalmente puede que ejerzan sus funciones de una manera más o menos eficaz, pero difícilmente podremos esperar de ellos que sean capaces de conducir a una nación y a su pueblo al bienestar para el que se les ha encumbrado.
Y así nos encontramos con políticos que dirigen movimientos populares comunistas pero que se compran una mansión sin ningún tipo de vergüenza; otros qué defienden en los medios la educación pública pero tienen a sus hijos en colegios privados; otros aún que consiguen millones de votantes por prometerles cuentas claras, y tienen las suyas propias en paraísos fiscales… El Juez asociado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Potter Stewart, dijo que la ética consiste en saber diferenciar entre lo que se tiene derecho a hacer y lo que es justo hacer. Creo que en España hace mucho tiempo que se ha olvidado lo segundo.
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